SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ Y VIRGINIA WOOLF,
CONQUISTADORAS DE
ESPACIOS LITERARIOS
No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.
Virginia Woolf
Es inevitable tomar posición de
género cuando se lee o se escribe debido
a múltiples variables que hacen parte de cada ser humano; no sólo por la
diferencia de sexo sino también por la impronta sociocultural, los gustos, las
referencias, las motivaciones o la sensibilidad, entre otros, que para el caso
femenino se acentúa más en solidaridad con los problemas de la humanidad, y en
particular, con lo que aqueja a la mujer de nuestro tiempo, por situaciones que
se han hecho visibles desde que la mujer cree en sus derechos, en su autonomía,
en su forma de ver y descubrir el mundo y en muchas otras circunstancias que
son relevantes en la interpretación individual.
Una lectora del siglo XIX que
leía obras epistolares, controlada por
su padre y luego por su esposo, no tenía libertad para escoger sus lecturas, se
limitaba a leer las que el régimen patriarcal considerara apropiadas para ella.
Su educación se ceñía a la pintura, la
música o las artes manuales si tenía la fortuna de pertenecer a una familia de
clase alta, mucho peor era la suerte de la mayoría de las
mujeres, quienes hacían carrera en el sometimiento y se graduaban como expertas
en los quehaceres del hogar y la crianza de los hijos.
El estadounidense Jonathan
Culler, doctor en Filosofía de la Universidad de Oxford, hace varias consideraciones
sobre la forma de interpretación y el papel de los lectores en su libro “Sobre
la Deconstrucción”[1];
una de ellas se refiere a que cuando se habla del significado de una obra, se está
contando la historia de una lectura. Dicha lectura dependerá, por supuesto, del
conocimiento que el lector tenga sobre el autor y su obra, pero también de las
lecturas y experiencias previas de cada individuo, como también de su forma de
interpretar e interrelacionar ficción y realidad.
Según Culler, cada lector
construye un texto diferente, desde sus presupuestos, porque cada ser humano
tiene vivencias y visiones particulares. Sor Juana Inés de la Cruz y Virginia
Woolf, dos escritoras pertenecientes a tiempos y espacios diferentes en la
historia literaria, se enfrentaron al
mundo con sus propias lecturas y fueron “revolucionarias” en su tiempo,
haciendo la diferencia para fortuna y beneficio de la lectura e interpretación
femenina posterior. ¿Cómo se rebela una lectora como Sor Juana Inés de la Cruz
para producir y lograr difundir su propia interpretación en el siglo XVII?.
Posiblemente cuando se supera el
conflicto entre lo que está determinado por lo social y lo personal. Cuando la mujer
se superpone a la pasividad para interpretar audazmente y se vuelve
protagonista a la hora de adquirir el conocimiento. Lo que hizo Sor Juana fue introducirse en el
ámbito masculino para crear su rol como inspiradora de otras lecturas. Fue una
visión femenina que salió a la luz en tiempos inquisitorios, invadiendo y
conquistando espacios que estaban vedados para las mujeres; más bien se trataba
de reclamarlos para descubrir una intelectualidad latente y huérfana de
manifestaciones; exhortando el respeto por las ideas femeninas; liberando del
anonimato el pensamiento de la mujer que habitaba en el subsuelo y había sido silenciado
por la privación a la que fueron sometidas las mujeres durante siglos.
HOMBRES NECIOS
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Sor Juana Inés de la Cruz
¿Cómo emerge y bajo qué
condiciones se da a la luz un mundo interior lleno de ambigüedad como el de
Virginia Woolf?, ¿Cómo logra la autora
inglesa los méritos necesarios para ganar el derecho a compartir terrenos
literarios? Es preciso recocerse como un
ser con los mismos derechos de cualquier persona, confiar en sus cualidades
intelectivas, tener un desarrollo autónomo del pensamiento y poder valorar otras
lecturas objetivamente, respetando los puntos de vista de los demás, estos son
algunos aspectos necesarios para construir una lectura propia en la literatura
y en cualquier ámbito de la vida.
Virginia Woolf habla de diferencia de punto de vista o
diferencia de modelo como una forma de defender y conferirle valor a nuevos
modelos de visión de las mujeres que a principios del siglo XX comenzaron a
tener protagonismo e influyeron en el nacimiento del feminismo.
El monólogo interior que Virginia
Woolf imprimía en sus obras era una forma de registrar su visión de mundo, una
forma de innovación en las estructuras lineales que hasta el momento eran
usadas en la literatura. Ese mundo interior de ambigüedades itinerantes descubiertas
a través de Orlando, por ejemplo, implica dimensiones reveladoras de la
psicología femenina que sacaron a la superficie formas posibles de pensamiento,
nacientes mediante el reclamo de la mujer escritora, afirmándose en su libre
interpretación e ideas renovadoras, las cuales permearon también los
movimientos feministas para demandar espacios y derechos más inclusivos para
ellas; movimientos que gracias a su fuerza han permitido un nuevo rol en las
formas de lectura de las mujeres.
En el ensayo “Cómo hay que leer
un libro”, escrito por Virginia Woolf, no hay una postura de género propiamente
desde lo femenino, sino la lectura de un lector universal del que rescata el
valor del conocimiento, un conocimiento previo que le permite al lector hacer
una valoración del contenido que necesariamente termina siendo comparado con
otras lecturas. Para ella hay dos momentos en la lectura, un primer momento se
hace abriendo la mente al raudo caudal de innumerables impresiones y la segunda
es un poco más complicada porque comprende el juzgamiento y la comparación;
este momento debe ser sensato para que las comparaciones sean luminosas y
vívidas, para lo cual indefectiblemente se necesita haber leído lo suficiente;
tener buena comprensión, buena imaginación y buenos conocimientos.
A través de la emancipación
femenina en la escritura, las mujeres han logrado construir un texto diferente
y se han dado las condiciones para enriquecer la dimensión de la literatura,
deconstruyendo la visión de un mundo dominado por lo masculino y explorando
múltiples visiones que no implican necesariamente una oposición de género sino
un enriquecimiento en las interpretaciones de mundo y mundos posibles.
En el artículo “La idea de sí en
la literatura de mujeres en América Latina”, Francesca Gargallo reflexiona sobre el cambio
ocurrido a través del siglo XX en cuanto a la economía profunda de la lengua,
el cambio se opera en la literatura con las palabras que han ido conquistando
espacios para la mujer, con testimonios poéticos de un nuevo protagonismo
femenino, “…las mujeres hoy se reconocen
en una lengua nueva que las escritoras, balbuceando, les organizaron…”[2]
Vivimos, todavía, una época de
conquista de la mujer lectora, aunque nuevos espacios han sido liberados; de
conquista de la mujer escritora porque la lectura masculina impera aun en la
mujer a través de interpretaciones matizadas por visiones del pasado, hay en
este momento una bisexualidad cultural en la lectura, de la cual habla
Francesca Gargallo que implica haber vivido tiempos dominados en la educación
por las leyes de los hombres. La transición hacia una lectura completamente
femenina es un proceso lento, pero poco a poco se han ido dando los visos que
impregnan no sólo la literatura, sino la política, las artes, las ocupaciones,
los roles familiares, etc.
Cuál es el papel de la lectora
actual? Es y debe ser el de leer con
placer, con plenas facultades para la
interpretación, con conocimiento a la hora de producir, porque la mujer actual tiene
unos referentes históricos de la incursión femenina en la literatura, la mujer
de hoy está recogiendo la cosecha de los espacios conquistados para que continúe
floreciendo su alma y siga proyectando mundos posibles a través de matices
insospechados.
Bibliografía:
- Francisca
Gargallo. (2006). La idea de sí en la literatura de mujeres
en América Latina.
Revista "La Manzana de la Discordia"
, vol. 1 No. 2
- Jonathan Culler. (1984).
Cap. 1 Lectores y lectura, "Sobre
la Deconstrucción", Edit.
Cátedra, Madrid
- Virginia Woolf. Ensayo "Cómo hay que leer un
libro"
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