EL PAJARITO QUEVEDO
Escrito por: Luz Elena Vega Rojas
(Ilustraciones: Amara Sahara)
Había una vez un pajarito de singular nombre: Quevedo.
Vivía feliz con sus amigos, pero siempre estaba renegando porque pensaba que su vida era muy simple. Según él solo se la pasaba volando de un árbol a otro, comiendo las frutas más sabrosas y jugando a atrapar mosquitos mientras volaba.
Volaba siempre por lugares conocidos y, a veces, buscaba nuevos espacios para danzar en el aire con sus amigos. Ellos lo acompañaban siempre en todo y lo ayudaban en sus pequeñas aventuras por el bosque. Pero, a pesar de ello, él se sentía inconforme.
Un día miró al cielo y se prometió a sí mismo que lo alcanzaría. Su ambición lo llevó a emprender un largo viaje al que sus amigos, esta vez, no lo quisieron acompañar, pues ellos estaban muy contentos en el lugar al que pertenecían.
Voló a pleno sol por toda la Amazonía, tratando de subir más y más cada vez, y miraba de lejos el majestuoso río, también toda clase de animales, plantas y árboles de variados colores y cuando volaba más bajo podía oler los aromas de las plantas y las flores.
Fue un largo viaje para no alcanzar el cielo, recorrió con sus pequeñas alas los paisajes más hermosos, pero estuvo siempre solo, y pensó entonces que aquel monumental paisaje podría compartirlo con sus amigos tan queridos.
¡Qué sentido tenía todo aquello sin sus preciados amigos!
Decidió regresar. Pero había cambiado el tiempo, ahora estaba frío y lluvioso. El agua lluvia dibujaba un manto de pequeñas líneas que habían borrado toda huella a su casa.
Se posó en un enorme árbol para protegerse y se sintió muy triste por su extravío, estaba exhausto por el frío y la ventisca. De pronto, una pajarita que estaba escondida en el árbol observando al visitante, le dijo:
-¿Qué haces tan solo por aquí?, ¿También te perdiste como yo?
Por un momento, Quevedo creyó que era su conciencia y mencionó arrepentido:
-Dejé mi hogar para conocer el mundo, pero no es lo mismo sin mis amigos.
La pajarita salió a su encuentro y le contó a Quevedo que había llegado a aquel gigantesco árbol para resguardarse de la tempestad y que había extraviado su bandada. Pronto, se hicieron amigos, se consolaron y se contaron sus penas durante varias horas. Hasta que las nubes se dispersaron y el astro Sol alegró el paisaje con sus luminosos destellos.
Observaron juntos el horizonte, la pajarita que tenía por nombre Lucesita mostró a su nuevo amigo por dónde había llegado. Quevedo alcanzó a divisar algunos lugares que había recorrido y la invitó para que volaran juntos hasta encontrar a sus amigos.
Por fin, luego de algunas horas de vuelo llegaron al hogar de Quevedo. Todos los pajaritos cantaron felices porque había vuelto su gran amigo. Le dieron una gran bienvenida a los dos e hicieron una ronda y cantaron juntos por algunos minutos.
Quevedo contó su aventura, los amigos muy atentos y emocionados escucharon semejante proeza. Unos días después, emprendieron juntos un viaje hacia la Amazonía. Disfrutaron tanto el paisaje que decidieron volver cada año, en uno de esos viajes Lucesita pudo encontrar su bandada.
FIN
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